ENTREVISTA A ÁNGELES RODRÍGUEZ PEÑA

PRESIDENTE DE COST (2010-2017)

Investigadora Científica en el Instituto de Investigaciones Biomédicas “Alberto Sols” CSIC-UAM

Investigadora y experta en política científica de la Unión Europea, ha trabajado en el Cancer Research (UK), en la Universidad de Harvard (EEUU) y el Instituto Karolinska (SE). Experta nacional destacada a la Comisión Europea (2002-2003.) En 2005 fue nombrada subdirectora adjunta de cooperación internacional del CSIC y en el 2007 subdirectora de programas europeos en el Ministerio de Ciencia e Innovación y representante española en varios comités europeos durante su mandato. Fue propuesta por España y elegida presidente por el comité de altos funcionarios de COST en junio de 2010. Re-elegida en 2013 hasta 2017. Ha participado en numerosas conferencias y paneles de discusión de políticas e instrumentos a nivel europeo.

Tras siete años como presidente de COST finaliza ahora su mandato. ¿Cómo resumiría la experiencia? ¿Nos podría contar qué novedades ha introducido y qué estilo ha querido marcar?

Ha sido muy apasionante aprender del juego institucional europeo. COST está gobernado por sus países miembros que deciden su estrategia, objetivos y cómo se van a gobernar las redes que selecciona. Pero recibe toda su financiación del Programa Marco con lo que tiene que encontrar el encaje de sus objetivos en el contexto político, negociar con la Comisión Europea y adecuarse a sus reglas financieras y administrativas. Como cualquier iniciativa, necesita recabar el apoyo de todos los que proponen y toman las decisiones: la Comisión, el Consejo y el Parlamento.  Fue un comienzo complicado donde las posiciones entre los países COST estaban muy polarizadas en cuanto a su futuro y cómo se debería ejecutar el programa. Mi trabajo ha sido entender las razones de las diferentes posiciones y proponer una solución con la que todos estaban satisfechos con un objetivo común: hacer de COST un programa del siglo XXI, preparado para servir las nuevas necesidades de la comunidad científica y que respondiera al objetivo político de asegurar la integración de los diferentes países europeos atendiendo a sus diferentes características y capacidades.

Como investigadora he querido trasladar las necesidades y visión de los científicos y la ciencia en las decisiones y la ejecución del programa. He trabajado para preservar a las redes de presiones políticas o mediáticas y que COST fuera el espacio de libertad para ideas e iniciativas independientemente de la edad, el género o el lugar donde trabajan sus promotores.  He intentado responder también a la necesidad de comunicación entre las diferentes disciplinas y áreas científicas. Bajo mi iniciativa, se ha hecho una revisión crítica y honesta del anterior sistema de evaluación y selección y se ha puesto a punto uno nuevo, muy novedoso en su planteamiento y que creo responde bien a las necesidades antes descritas en clara ventaja sobre el más tradicional del ERC o el de H2020.

 

Como investigadora he querido trasladar las necesidades y visión de los científicos y la ciencia en las decisiones y la ejecución del programa

Para los investigadores del CSIC, podría explicarles ¿qué es COST y cuáles son las acciones que les pueden resultar más interesantes?

Es el único programa de cooperación en ciencia y tecnología en Europa ya que incluye a los Estados de la UE y a casi todos los países asociados a los Programas Marco como Suiza, Noruega, Turquía, etc. Su objetivo es financiar el establecimiento de redes de colaboración para aumentar la calidad y ambición de los resultados al trabajar de forma conjunta. El programa siempre ha estado abierto a cualquier tipo de idea o iniciativa que demuestre que los objetivos necesitan de la red y sólo mediante la red son alcanzables. Una vez seleccionada, COST pone a su disposición un presupuesto para financiar las reuniones, talleres de trabajo y de formación, así como misiones de intercambio. Las redes tienen una duración de cuatro años pero la financiación es anual y es el comité de gestión de la red el que decide cómo distribuir la financiación recibida.

Una de las características más interesantes de las redes COST es que están abiertas a nuevos participantes y por tanto van creciendo con el tiempo. Este proceso no está controlado por los iniciadores de la red durante su primer año de existencia. En este tiempo, los países COST pueden nominar nuevos participantes de su interés en la red, estuvieran o no en la propuesta inicial.  Una red COST puede contar con decenas de participantes que se organizan en grupos de trabajo relacionados entre sí. Son altamente interdisciplinares y suelen incluir a los grupos sociales que se beneficiarán de los resultados de la red, ya sean económicos (industrias u otros agentes económicos), organizaciones civiles, responsables administrativos o legislativos. Las redes brindan la oportunidad de conocer la diversidad europea tanto científica como cultural,  dan una visión mucho más general de las oportunidades y retos del área en el que se trabaja y proporciona las herramientas para establecer contactos estables de colaboración. Son un semillero de nuevas ideas y contactos. Es muy común que en las redes COST se desarrollen consorcios con gran éxito en las convocatorias muy competitivas de los Programas Marco.  Para el actual H2020, COST se ha propuesto estudiar su impacto en este sentido. (Con la limitación de que son las propias redes las responsables de informar sobre estas iniciativas ya que no hay forma de tener esta información de otra manera para el caso de las propuestas presentadas que no hayan conseguido financiación).

COST tiene actualmente 36 Estados miembros y un Estado cooperante (Israel), ¿qué papel desarrolla España comparativamente?

España fue miembro de COST desde su creación, cuando en 1971 por un intercambio de cartas de los ministros correspondientes, se estableció como primer programa de cooperación  en ciencia y tecnología  con la financiación de proyectos equivalentes a una posible programación conjunta y en la que la participación de cada país se decidía a la carta. Cuando se crearon los Programas Marco, COST evolucionó para financiar redes con gran énfasis en las tecnológicas hasta llegar a la actualidad, con la selección de redes de temática y composición abiertas.

El programa ha tenido hasta la última década una difusión muy restringida en España. La participación en el programa se establecía por el boca a boca y contactos personales y generalmente aprovechando la oportunidad de incorporarse a las redes una vez seleccionadas. Cuando me hice cargo de la subdirección y el programa, me propuse hacer una política activa de incorporar científicos españoles a todas las redes COST (España participa en todas las redes COST seleccionadas desde hace ya 10 años). En la actualidad hay jornadas de divulgación anuales que cubren todo el territorio nacional y  se da información y apoyo específico a los investigadores que desean iniciar/liderar una red. El punto de contacto es el denominado “coordinador nacional de COST” que tiene siempre el mismo correo electrónico cost.coordinacion@mineco.es. El resultado es que en todas las convocatorias de COST desde 2014 España es el país que presenta mayor número de redes. Su posición entre las seleccionadas varía por convocatoria y oscila entre el segundo y quinto lugar.

Desde 2014 España es el país que presenta mayor número de redes.

Como continuación: ¿Considera factible trasladar la filosofía “multidisciplinar” de COST a nivel nacional? ¿Cree que las estructuras nacionales están preparadas para abordar esta tendencia de la investigación actual? 

En principio todo se puede hacer, pero distinguiría dos situaciones diferentes: la primera, cuando se establece un(os) nuevo(s) objetivo(s) que no existía(n) con anterioridad, diseñando el instrumento para conseguirlo y su sistema de evaluación específico y adecuado; y otra muy diferente que se modifique el sistema actual de división impermeable entre espacios estancos que contienen una serie de disciplinas afines. Ambas situaciones tendrán que salvar las reticencias de gestores y científicos que se acogerían al lema “no cambies lo que funciona” en muchos casos traducible a “no cambies lo que conocemos”.  Pero siendo realista, creo que sólo sería posible en la primera situación. Alterar el ‘status quo’ y conseguir que se acepte es un reto fuera del alcance de muchas agencias financiadoras europeas, pero el reto es real y por tanto no se puede ignorar y se debería empezar a pensar en cómo hacer realidad este cambio de una forma gradual.

Se debería empezar a pensar en cómo hacer realidad este cambio de una forma gradual

Hablemos sobre su carrera profesional. Tras realizar su doctorado en Madrid, obtuvo una beca EMBO (European Molecular Biology Organisation) para trabajar en el “Cancer Research UK” en Londres y a su vuelta a España constituyó su propio Grupo de Investigación en el CSIC. En el 2002 decidió venir a Bruselas como Experta Nacional Destacada a la Dirección General de Investigación e Innovación de la Comisión Europea. ¿Qué le impulsó a tomar esta decisión? ¿Fue esta experiencia el punto de inflexión para pasar de una carrera puramente científica a una carrera en la política científica?

 

La realidad de los investigadores en España es una lucha constante por conseguir financiación de cualquier fuente para poder mantener y asegurar la continuidad del trabajo del grupo. La financiación europea y en concreto los Programas Marco puedan marcar un punto de inflexión tanto en la carrera científica del investigador como en asegurarse recursos que permitan el crecimiento y consolidación del grupo. Para un investigador de base, los Programas Marco son difíciles de conocer en profundidad. Mi experiencia era que independientemente de la calidad de nuestro consorcio nuestras propuestas no salían financiadas porque no entendíamos cómo aplicar los objetivos políticos asociados a las convocatorias. En ese momento de frustración,  vi anunciado un puesto de experto nacional en la dirección de Salud y me decidí a mandar mi candidatura. Pasé la entrevista y me seleccionaron, creo que más por mi entusiasmo que por mi conocimiento del programa y su gestión. En realidad, me incorporaba a un pequeño equipo que tenía que ejecutar unos proyectos piloto en el FP5 de lo que serían los futuros proyectos integrados de FP6. Fueron dos años que requirieron mucha generosidad por parte de mi equipo y contar con la ayuda extraordinaria de una colaboradora muy cercana, la Dra. Teresa Iglesias, que permitieron seguir adelante con el trabajo y cumplir con los compromisos adquiridos.

Tras la experiencia en la Comisión Europea, ¿qué le pareció la manera de trabajar de la Comisión por cierto?, vuelve con un valor añadido europeo a España y entonces….

Los funcionarios entonces eran en su mayoría personas muy cercanas a la investigación y que contaban con experiencia más o menos larga en el campo. Encontré una enorme profesionalidad y compromiso con la investigación europea y los objetivos en política científica que les marcaban. Me gustó sobre todo la libertad que me dieron para trabajar y buscar oportunidades y sinergias entre los proyectos ya financiados. Me temo que esta experiencia es ya pasado y la realidad de los expertos nacionales ahora es muy diferente de la que viví. Una vez de vuelta, con todo el conocimiento adquirido me pareció obvio que tenía que poner en valor toda esa experiencia para el máximo de investigadores del CSIC. Descubrí además que me interesaba enormemente el diseño y ejecución de las políticas de investigación a nivel europeo así que y desde entonces, poco a poco mi carrera profesional se ha ido centrando en este nuevo objetivo.

Desde su amplia experiencia internacional y su punto de vista de científica, ¿aconsejaría a los investigadores del CSIC que participen más en organismos internacionales y/o europeos?

Sí, por supuesto, pero definiendo claramente en qué consiste esa participación. No es lo mismo participar en comités asesores, paneles de evaluación o ser representantes en diferentes organismos o agencias europeas, que hacer estancias de varios meses, incluso años en ellos. No es una aventura sin coste, ni para el investigador ni para la institución de la que salen, y por tanto hay que tener claro cuál es el objetivo personal, que incluya un objetivo institucional y un plan que les respalde y aproveche de forma eficiente esa experiencia.

En mi opinión los investigadores no tienen que “salir por salir”, han de tener un plan personal en primer lugar y un plan institucional que les respalde….

¿Qué opina del papel que España y en particular el CSIC, ha hecho en el actual Programa Marco de Investigación e innovación?

Los datos son claros, tanto España como el CSIC mantienen un rendimiento ejemplar en la obtención de recursos y en su participación en el actual H2020, consolidando la trayectoria de los anteriores. Es el fruto de un trabajo constante a nivel institucional y de todos los actores del sistema con una profesionalización de los gestores en todos los niveles. El potencial de los investigadores del CSIC es todavía muy grande y aunque optimistas, no debemos de dejar de reconocer que tenemos mucho que hacer todavía a nivel institucional. Una buena red a nivel europeo que nos permita apoyar nuestras iniciativas o contribuir a las buenas ideas de otros es fundamental. No existen los equipos de un solo jugador en el terreno europeo.

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¿Ve muy alejada la política científica europea del día a día de los científicos? ¿Qué solución o alternativas propone?

Sí, y es lógico puesto que la política científica no se hace pensando en el día a día de los científicos sino para lograr objetivos comunes de interés general europeo o global.  Me parece importante que haya mecanismos por los que los científicos participen en la definición de dichos objetivos y en el diseño de las políticas. Su contribución se puede organizar de diferentes maneras, desde plataformas temáticas donde los científicos europeos se organizan de forma supranacional, a las asociaciones institucionales como “Science Europe” en la que participa el CSIC, hasta la participación individual en las diferentes encuestas y estudios que hace la Comisión Europea. Tenemos la responsabilidad de contribuir en todas y cada una de ellas en la medida de lo posible. Pero si hablamos del día a día de los científicos, me gustaría hacer una llamada de atención para se haga un ejercicio de racionalidad continuo para evitar la cargas burocráticas innecesarias. Desde mi experiencia en la ejecución de los Programas Marco y luego en COST he visto que lo que más afecta el trabajo del científico es responder a las exigencias impuestas en cuanto a la ejecución de los proyectos y su justificación. La razón es que los gestores de las unidades legales y financieras trabajan con un desconocimiento consciente de la realidad del trabajo de investigación, y prefieren implementar procesos que sean seguros para ellos, es decir en los que su riesgo y responsabilidad en cualquier posible fallo es cero. Esta cultura de riesgo cero y justificación mediante procesos complejos y detallados está tan extendida, que hace que un científico invierta gran parte de su esfuerzo no en investigar sino en justificar a veces de forma diferente y conflictiva sus diferentes fuentes de financiación. La famosa simplificación es una utopía si no cambiamos la mentalidad “riesgo cero”, y esto no es oponerse a la adecuada justificación del dinero recibido de los contribuyentes ya sean españoles o europeos.

Dice que le gusta “meterse en temas cuando están empezando…cuando está todo organizado me gusta menos”. ¿Algún reto en mente?

Si miro hacia atrás veo claramente que el reto de empezar algo en terreno desconocido es una de mis motivaciones. Y sí, tengo dos o tres ideas que me gustaría explorar pero todavía es pronto…si algo sale adelante estaré encantada de volver para contároslo.