
Entrevista a LAURA LÓPEZ MASCARAQUE
Laura López-Mascaraque es Investigadora Científica del CSIC, dirige un grupo de investigación en el Instituto Cajal de Madrid, del que ha sido vicedirectora. Investigadora postdoctoral en Estados Unidos (Washington University en St. Louis-Missouri y en el Salk Institute en San Diego, California). Es presidenta y cofundadora de la Red Olfativa Española y presidenta del Comité de Mujeres en Neurociencia de la Sociedad Española de Neurociencia, de la que ha sido Secretaria Científica. También es miembro de la European Dana Alliance for the Brain y editora en la revista Frontiers in Neuroscience. Ha sido adjunta de la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva en el área de Biomedicina. Es coautora del libro El olfato, de la colección ¿Qué sabemos de?, de las editoriales CSIC y Los Libros de la Catarata. Ha publicado más de 60 artículos en revistas internacionales, impartido clases en varios cursos de Máster y de doctorado en España y el extranjero, así como en cursos de verano y talleres y conferencias divulgativas. Ha participado en el coloquio Mujer y Ciencia celebrado el martes 22 de febrero con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia en el Instituto Cervantes de Bruselas.
Cuenta en su libro que el olfato es el sentido más desconocido y olvidado, pero también es el sistema sensorial más primitivo y el más vinculado con las emociones. ¿Qué sabemos del olfato?
Efectivamente el olfato es el más desconocido de los cinco sentidos, y en nuestra cultura el valor que se le atribuye es muy bajo. Es un sentido tan secundario para nosotros que no hemos llegado a desarrollar un vocabulario apropiado para describirlo. Es el sentido más primitivo, el que se comunica más directamente con el cerebro y el que dispone de la capacidad de evocar imágenes y sensaciones al formar parte del llamado cerebro emocional, el sistema límbico, encargado de procesar respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales. Podemos detectar millones de olores distintos y para ello se requiere cerca de 400 genes funcionales, mucho más de los que se requieren para cualquier otra función del organismo.
En la nariz tenemos el epitelio olfativo donde hay millones de neuronas sensoriales olfativas, las únicas de nuestro cerebro en contacto con el exterior. Cuando una molécula olorosa alcanza este epitelio, se une a un receptor específico, localizado en las neuronas de la nariz, que hace la transducción entre la señal química (la molécula olorosa) y una señal eléctrica que llega al cerebro. La información olfativa se procesa en la corteza olfatoria, que tiene una conexión directa con la amígdala (relacionada con la memoria emocional) y el hipocampo (con la memoria y el aprendizaje), ambos con un potencial enorme para evocar recuerdos. Los recuerdos asociados a olores no son tanto hechos o acontecimientos, como las emociones que estos olores pudieron haber provocado en nosotros en un momento determinado de nuestras vidas, activando recuerdos lejanos de la infancia, de momentos agradables o desagradables.
La sensibilidad olfativa puede variar en función de nuestro estado de salud. ¿Qué relación hay entre los trastornos del olfato y las enfermedades neurodegenerativas?
La capacidad olfativa parece ser una de las primeras en deteriorarse en diversas enfermedades neurodegenerativas, tales como las enfermedades de Alzheimer y de Parkinson. De hecho investigaciones recientes indican que un olfato deteriorado en etapas avanzadas de la vida puede ser un síntoma precoz de una enfermedad neurodegenerativa. Por esa razón, y a pesar de que es muy difícil poder demostrar de una forma objetiva la pérdida del olfato, se está investigando si una perdida del olfato puede ser una señal temprana en fases precoces de estas enfermedades. Lo que es cierto es que en el 85-90 % de los pacientes con enfermedad de Alzheimer y el 90 % de los pacientes con enfermedad de Parkinson existe un trastorno olfativo. Tengo que dejar claro que el olfato se pierde también con la edad, como el resto de los sentidos.
En el mundo de la tecnología olfatoria, ¿qué dispositivos existen o se están desarrollando recientemente?
Actualmente, existen generadores de aromas, grabadores de olores y sistemas bioinspirados como narices electrónicas. Las narices electrónicas están formadas por una red de sensores químicos que detectan compuestos gaseosos y los identifica a través de un sistema inteligente que trata las señales para identificar un aroma determinado; esa información puede ser utilizada, entre otros, para la determinación del grado de madurez en productos como vino, jamón, así como el grado de contaminación de una ciudad. En un futuro es probable que podamos detectar la huella o patrón aromático de una persona y pueda utilizarse para la identificación personal. Algo así como una huella olfativa similar a la dactilar, una huella olorosa personal para conocer, por ejemplo, donde pudo estar una persona en un crimen.
Actualmente dirige un grupo de investigación en el Instituto Cajal sobre el sistema olfativo y su desarrollo, en concreto, sobre análisis clonal de progenitores neurales. ¿Cree que su línea de investigación tiene cabida en convocatorias europeas?
El objetivo a largo plazo de mi laboratorio es trazar la progenie de células progenitoras individuales del cerebro con el propósito de conocer de dónde vienen, dónde se sitúan, en qué distintos tipos celulares se diferencian, así como cuál es la potencialidad de cada progenitor. Para conseguir este objetivo hemos desarrollado un método de análisis clonal denominado Star Track, que permite crear marcas específicas en las células a través de la expresión de proteínas fluorescentes de distinto color, permitiendo el seguimiento de células específicas y estudiar las familias celulares o clones. En la actualidad estamos colaborando con grupos europeos en Alemania, Italia, Inglaterra, .., con lo que nuestra investigación tiene una perfecta cabida en estas convocatorias europeas.
El Comité de Mujeres en Neurociencia de la SENC, del que es actualmente presidenta, organizó el pasado 12 de febrero la I Jornada de Neurocientíficas, con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. ¿Cómo fue la experiencia?
Consideramos que es muy importante dar visibilidad al trabajo que hacen las mujeres en la ciencia porque hay muchas científicas pero muy pocas ocupan puestos de responsabilidad. Es decir, existe una brecha entre cuántas mujeres inician estudios y cuántas llegan a ser científicas. Hasta hace poco la ciencia ha estado principalmente liderada por investigadores masculinos, pero hoy día somos muchas, y eso quedo claro ese día: 151 neurocientificas participamos ese día en la Jornada.
Durante el debate Mujer y Ciencia celebrado recientemente en Bruselas, lamentaba la escasa visibilidad que se le da a las científicas y destacó la importancia de la divulgación. ¿Cree que está suficientemente valorada la labor divulgativa?
Hasta ahora la labor divulgativa de los científicos es una tarea totalmente voluntarista y está muy poco valorada. Lo máximo que puedes conseguir es ser miembro de la European Dana Alliance for the Brain. Sin embargo, tenemos que lograr la alfabetización científica de la población en general y conseguiríamos, entre otras, combatir las pseudociencias y eso es un compromiso importante. Y en mi caso, además de llevar el conocimiento científico, es una forma de visibilizar a la mujer en la ciencia.
¿En qué consisten sus talleres olfativos?
Los talleres están dirigidos a todos los públicos y pretenden despertar el interés en el cerebro, la percepción química: bases cerebrales, sistemas de análisis humano y curiosidades. Consiste en una breve charla sobre las bases biológicas del olfato y el gusto, seguido de unos test reales de discriminación olfativa, de medida del umbral olfativo de un aroma, una prueba de memoria olfativa y un test para detectar super-gustadores. La coordinación de estos talleres divulgativos se lleva a cabo desde la Red Olfativa Española (ROE), asociación científica sin ánimo de lucro cuya finalidad es la de reunir a científicos cuya temática esté relacionada con la olfacción así como la divulgación científica a distintos niveles.
¿Qué destacaría de su experiencia como evaluadora en proyectos europeos como ERC y ERA-NET NEURON?
Creo que es la mejor forma de conocer de primera mano cuáles son los aspectos más relevantes en los procesos de evaluación y estar al corriente de las características que tienen las propuestas más puntuadas, y qué aspectos se penalizan. Además, es una forma de conocer posibles socios europeos para aplicar en próximas convocatorias.
